Saturday, November 29, 2008

El arte de la palabra

Desde niña me gustaba escribir, al principio poesía, escribí varias y algunas de ellas aparecieron en la revista Primavera del colegio. Luego, al comenzar la universidad conocí el Festival Iberoamericano de Cuenteros y fue en ese ambiente que comenzó mi fascinación por ese arte.. comencé por escribir cuentos.. escribir es delicioso, basta un lapiz para crear escenarios donde se encuentran personajes y juegas con ellos componiendo historias que traducen las emociones y deseos.. Escribí bastante en la universidad, sólo un cuaderno de espiral es testigo de ello. Escribir era el placer de tener un lugar secreto donde podía internarme y expresar en palabras lo que sentía sin que nadie lo supiera, eso para mi era lo máximo.. a veces cuando acababa una historia quedaba una sensación de alegría o ternura y pasaba tiempo pensando en qué los personajes harían una vez la historia acabara.. cosa de locos, tal vez, dicen que todos tenemos un loco dentro y el mío se deja ver cuando escribo.

Un buen día, mientras caminaba de la universidad a mi casa, caminando con Emanuel y hablando de música y de las clases de guitarra que el junto con José Luis e Ivan me estaban dando, salieron a flote mis historias y fue tanto la insistencia que acabé contando algunas de ellas.. y la reacción que vi fue tan bacana que decidí que había llegado el momento de compartirlas, fue así que comencé a ser cuentera (digo comencé, pues los caminos de la vida lo alejan a uno de unas cosas y lo acercan de otras.. y lastimosamente, los números no combinan con cuentos y estoy llena de números). Conté cuentos en la gallera, escenario de rituales de cuenteria de la UIS, la primera vez fue en una reunión de la Colonia AUNSAT, eran unas 80 personas y yo era la presidente.. jeje, fue bacano y perdí ahí el miedo al escenario. La segunda vez fue en un concurso de cuenteros, de nuevo en la gallera, pero esta vez teniendo como parte del jurado a Pacho Centeno, reconocido cuentero santandereano. Cuando fue mi vez mis piernas temblaban tanto que no era capaz de controlarla, subí paso a paso la escalera sin ser consciente de lo que había a mi alrededor y cuando llegué al centro, el silencio del público, la cara de curiosidad y uno que otro amigo que me saludaba desde allí y que no sabía que contaba cuentos, me animaron y comencé a hablar, al principio con un temblor latente en la voz y luego con una gran sonrisa y emoción incomparable.. nada en la vida me ha hecho sentir más viva que aquel día, pues el ver en los rostros de las personas una sonrisa o una lágrima genera una sensación de extasis que no se puede comparar con ninguna otra en la vida..
Hoy ya no cuento más historias, me dedico a escucharlas y en días como hoy cuando ocurre la maratón de contadores de historias en Rio, me emociono y no dejo de pensar en lo bueno que sería estar en el centro de la platea.. quien sabe, algún día deje los números a un lado y me dedique a viajar por el mundo contando historias...

http://www.brincandoporaqui.com.br/node/1469



comencé a fascinarme por las historias y claro, el Festival Iberoamericano (ahora internacional) de cuenteros tuvo una gran influencia en inclinarme por este tipo de relatos, al principio escribí algunas historias y sólo las dejaba para mi, eran mi secreto, el lugar donde me encontraba con mis personajes favoritos y a dónde nadie más podía llegar

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