Azulita en lágrimas, pensaba : la llave!, tengo que encontrar la llave. Pero cual llave? y como ella me va a llevar a mi mamá? Donde está ella? No entiendo nada.
El llanto poco a poco se fue transformando en gritos y desespero. Ella no sabia que hacer, no sabia por donde comenzar, se sentía tan pequeña y perdida. Si su mamá estuviera con ella le diria que llorar hace bien pues permitia que el agua presa dentro de ella saliera por sus ojos, aliviando las emociones contenidas en su corazón y que una vez el agua secase, podria respirar profundamente dando espacio a los pensamientos y memorias.
Así, poquito a poquito se fue calmando y en su calma, recordó una frase de su mamá: "cuando te sientas perdida, no importa donde estés ni con quien, recuerda que la llave es el amor, el amor por ti misma. Amándote en primer lugar y recordando todo el amor que siento por ti, es la llave para encontrar el camino".
Al terminar la frase, ella miró en su mano y vió una llave pequeña, brillante, amarilla. Inmediatamente levantó sus ojos y vio frente a ella una puerta con el número 801. Ella colocó la llave en la cerradura, inclinó a la derecha y abrió la puerta rapidamente pensando que alli finalmente encontraría a su mamá. Entró con esperanza llamándola: mami!? Azulita se acercó a la cama y vio a una persona con la cabeza cubierta y durmiendo, con cables saliendo de su cuerpo que se unían a aparatos que hacian ruidos extraños y cansativos. Ella parecia dormida, con su rostro perdido entre cables y unas vendas que cobrian su cabello y parte de el.
Ella se acercó, la acarició y le dijo: Yo te amo, mientras intentaba sacar de las vendas algunos de sus cabellos para sentir el olor de cerezas y flores de maracuyá, tipico de las mujeres de su familia. Cuando los encontró, los acarició como ella misma los acariciaba cuando pequeñita le pedia para que la hiciera dormir después de contar una historia. Con la mano en sus cabellos, ella se quedó de ojos cerrados por un tiempo expresandole a ella todo el amor que sentía.
De repente, sintíó los pasos de alguien que se aproximaba al cuarto y abrió aus ojos asustada. Al hacerlo percibió que el cabello de la persona que estaba en la cama no eran encaracolados ni amarronados como los de su mamá y aunque olian a cereza y flores de maracuyá, no se parecian a los de ella. Curiosa, intentó abrir un poco más la venda de su cabeza y encontró algunos cabellos azules como los suyos propios y con unas trenzas como las suyas propias. En ese momento alguien entró al cuarto y dijo: Querida Azulita, mi linda, muy buenos dias! sé que puedes oirme, mamá te ama tanto.
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