Luego de 22 horas de viaje en el tren de vida, así nos veíamos, cansados, con calor, hambre y sed. En el tren venden muchas cosas, las personas de la región preparan diversas comidas típicas, pero por advertencia de una amiga, no comimos nada, ya que el calor degrada cuanta cosa encuentra por el camino y puedes ganar una infección gástrica por no estar acostumbrada a las comidas bolivianas, sea verdad o no, decidimos hacerle caso a carolina y evitar un dolor de estómago antes de llegar a Santa Cruz. Nos costó 45 bolivianos desde la estación Rivero Tórrez. Falta poco para llegar a nuestro destino y bueno, creo que la próxima vez viajaré en invierno para poder tomar ferrobus que es una opción de tren más cómoda, pero que en el momento, por causa de las lluvias veraneras no estaba disponible
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