Paz de espíritu

Es domingo, acabo de llegar a casa, estaba en Ipanema con una buena amiga, en un restaurante relindo, con una comida deliciosa y un helado de muerte. No sé si fue el atardecer rojizo, o la brisa de mar, o la buena conversa que exorcisa los ires y venires, o el helado de capuchino crocante con galleta de almendras, lo cierto es que llegué a casa con las energías completamente renovadas para una semana desafiadora. Esto es lo que yo llamo Paz de espíritu.