Ella despertó nuevamente, estaba sola en aquella casa, aquel lar de sus papás y de ella misma desde que naciera. Estaba todo tan confuso pues todo se veia tan real y ella no lo parecía ser. Necesitaba hablar con alguien para entender pero estaba ella en su solitud en aquel lugar.
Tomó coraje y decidió explorar aquella casa. Bajó una a una las escaleras que ronroneaban mientras en su mente buscaba respuesta a sus preguntas. Que había sucedido para ser azul y transparente? Será que fue aquella torta de manzana que comió en su merienda? Ella sintió un gusto tan extraño.. y donde estaban todos?
A Azulita no le gustaba la soledad, al contrario, le aterrorizaba la idea de no tener a alguien cerquita de ella. Mientras pensaba en esto, llegó al final de las escaleras y encontró en el medio de la sala, justamente en la poltrona donde se sentaba su papá, un hombre que le era familiar. Él estaba tomando el té de su papá, con las galletitas de su papá, colocando los pies en alto como su papá y hasta el gesto cómico de sus labios como si sonriese sin sonreír, era de su papá. Lo que no era de su papá era su piel rosa, sus manos llenas de pintura en los dedos, el sombrero alto y el anillo rojo en su mano derecha. Definitivamente no era su papá, El nunca usaría un anillo rojo, destaba ese color, pero gracias a Dios no estaba sola y su presencia era tan familiar que por un instante pensó.. menos mal que Gustavo está aquí!
Gustavo? Como sé su nombre? Por acaso lo conozco?, pensó en alto! Y entonces una voz respondió:
- "Te estaba esperando, Azulita! Cómo estás? Tiempo sin saber de ti, qué te trae por aqui?"
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