Fluidez que comenzó con un desayuno en el balcón al son de una familia de maritacas en el árbol de flores amarillas, que sigue con la llamada de mi ex-suegra por quien tengo un cariño súper especial y que me hizo llorar horrores (es la primera vez que hablo con la familia de E. desde la separación y para decir la verdad era una de las razones que me seguraban en el matrimonio, soy de familia y ellos me abrazaron como una hija y hermana), que sigue con abrazos y besos de mis hijos, una ida a una plaza en Leblon a jugar futball, y pasa por un almuerzo delicioso con unos amigos del Marista y termina en una noche de Luna Ariana en mi terraza cubierta por un cielo lleno de estrellas.
Fluidez que es tan necesaria y que liberta, en la fluidez danzo, crezco, me reduzo y me amplio. En la fluidez voy al movimiento, mi estado de vida preferido.
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